Por: Daniel Almazán Jiménez
Mucho se ha hablado acerca de los sismos del 19 de septiembre y para varios, sólo es una casualidad que se registren estos fenómenos impredecibles el mismo día y los últimos dos (2017 y 2022) casi a la misma hora.
Especialistas del Servicio sismológico de México, han dicho que, científicamente, no existe ninguna explicación o dato que indique que el 19 de septiembre deban registrarse movimientos telúricos en nuestro país, pero, lo cierto es que así ha sucedido.
Al detenerme en el tema, he leído infinidad de artículos, tanto de medios nacionales como internacionales y he notado que este fenómeno ha despertado mucho interés y curiosidad en México y fuera del país, interés que invita a la reflexión pues pareciera un tema menor y no es así.
Llama la atención que, de miles de respuestas y declaraciones de expertos y especialistas en la materia, todas coinciden en que no hay explicaciones al respecto y que se trata de una mera casualidad, pero, si tenemos un poco de sentido común se está hablando de una casualidad poco casual o muy poco común, por lo que no sería una simple casualidad.
Incluso el hecho de que científicos cataloguen como una casualidad, creo que nos deja ver el rezago que la humanidad tiene en conocimiento de la naturaleza y lo pequeños que nos hemos quedado como “especie dominante” al no entender ciertos fenómenos que a lo largo de la historia se han registrado y que hemos acusado de recibo, pero, que no hemos atendido, mensajes que una maza de tierra, fuego aire y agua nos ha enviado y que pocos han entendido.
En lo particular, no avivo el tema paranormal pero, estoy seguro que el día 19 de septiembre muy pocos lo van a olvidar pues esa fecha se ha hecho presente de manera alarmante por lo menos en los años 1985, 2017 y 2022 por lo que, ya no sólo marcan un día más en el calendario, sino que cada que se aproxime el día, será recordado por muchos de distintas formas, estilos y costumbres, desde memes, oraciones, reflexiones y hasta por el pánico que suele traer un 19 de septiembre, así como la incertidumbre y en muchos casos, la muerte.
Y hablando de muerte y cosas paranormales nada mejor que citar a “El llano en llamas” de Juan Rulfo, obra de 1953 y que también nos narra un sismo por las mismas fechas de septiembre, pero, de un México muy distinto descrito en las primeras palabras de:
“El día del derrumbe”:
“—Esto pasó en septiembre. No en el septiembre de este año sino en el del año pasado. ¿O fue el antepasado, Melitón?
—No, fue el pasado.
— Sí, si yo me acordaba bien. Fue en septiembre del año pasado, por el día veintiuno. Óyeme, Melitón, ¿no fue el veintiuno de septiembre el mero día del temblor?
—Fue un poco antes. Tengo entendido que fue por el dieciocho.
—Tienes razón. Yo por esos días andaba en Tuzcacuexco…”
¿Y a usted? ¿En dónde lo agarró el temblor?
Yo no llamaría profeta o brujo a Rulfo, pero, en su obra literaria, él nos da una idea de que hace décadas debimos ver los días que rondan el 19 de septiembre de otra forma, no como lo ven los insectos, que anuncian fenómenos, o como lo sienten y perciben las aves que predicen sucesos, eso sería pedir mucho pues la llamada “especie dominante” no cuenta con esa capacidad o don animal.
Por lo tanto, si el humano no tiene una explicación a la casualidad poco casual de los acontecimientos del 19 de septiembre, esto no quiere decir que no exista tal respuesta, y, si en realidad queremos saber por qué esa fecha nos tiembla, debemos empezar por ver las cosas diferentes para obtener respuestas diferentes y no siempre las mismas, pues no responden nada y sólo se enfrascan en la cultura del menor esfuerzo al carecer de una investigación profunda que contemple una meticulosa observación de la naturaleza y de los seres con los que compartimos el planeta y que muchas veces minimizamos o despreciamos por el simple hecho de seguir creyéndonos la especie dominante pero, juzgue usted mismo si el 19 de septiembre es un mensaje o una casualidad.
Twitter: @Daniel1Almazan
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