Mas…turbaciones mentales. Serie semanal
Por Gilberto Castrejón
Doctor en Filosofía de la Ciencia
Twitter: @gil_castrejon
Recuerdo que hace un tiempo, en una plática con unos amigos, aspirantes a guionistas, éstos nos contaban su experiencia de haber aplicado para trabajar escribiendo guiones en la televisión, y lo curioso e interesante es que aparte de los clásicos exámenes psicométricos, tuvieron que presentar exámenes de lo que en la empresa donde aplicaron llamaban “cultura televisiva”, es decir, exámenes sobre el conocimiento de todo aquello de lo que sucede en la televisión, principalmente sobre programas de espectáculos y entretenimiento, a la vez de las telenovelas y la vida de los “artistas”. Con respecto a dicho examen, creo tristemente que un gran porcentaje del mexicano promedio podría aprobarlo sin problemas jejeje. Precisamente me viene a la mente dicha situación porque si bien, siempre se ha mencionado el vínculo entre la televisión y la política, pienso que existen ciertas instancias básicas, en relación con nuestra idiosincrasia, que han fundamentado atmósferas, espacios, subjetividades, etc., y que son producto directo de dicho vínculo “macabro” entre poder e ideología política, y las características y discursos propios de la mayoría de los programas televisivos. Mi punto no es que existe dicho vínculo, eso creo es demasiado evidente, sino más bien, deseo señalar que tanto códigos de conducta, como percepciones y creencias, propios de nuestra idiosincrasia, no provienen únicamente de condiciones sociales y culturales de hace siglos, sino que son producto del siglo XX, de una conjunción entre ideología política y discursos televisivos.
Cuando era niño, en mi casa y muchas otras casas, sólo se veían los canales de Televisa, “En familia con Chabelo” y “Siempre en domingo” eran los programas que más veíamos, a la vez de las telenovelas y cierto tipo de cine; mis padres eran “priistas” más por conveniencia que por convicción, y qué decir de su opinión negativa sobre ideologías de izquierda y/o socialistas. Lo cierto es que sí había cultura, pero únicamente correspondía al tipo de “cultura televisiva” de la que hablaba líneas arriba. Cierto, mis padres, sus padres, los vecinos, familiares, amigos…, todos “digerían” lo mismo, y a quien no lo hiciera se le veía como un bicho raro, el “patito feo y desagradable del barrio”, y tristemente: muchos se atrevían a afirmar que personas así “se sentían mucho porque según ellos mismos, sabían mucho”. Después de varias décadas de haberme emancipado de dicha “cultura…”, veo que las cosas no han cambiado del todo entre todas esas personas que me rodeaban, y lo más alarmante es que se van integrando las nuevas generaciones, lo cual me lleva a la cuestión: ¿este tipo de idiosincrasia tiene reminiscencias desde la conquista e independencia, o simplemente se intenta justificarla de esa manera, porque más bien es producto del siglo XX, del vínculo entre el poder ideológico de la política, y los estereotipos creados por la televisión? Me explico.
Cuando en una sociedad, ciertas condiciones materiales, ideológicas, sociales, simbólicas, etc., se conjugan, quienes detentan el poder y los medios pueden configurar atmósferas, espacios, símbolos, conductas y/o necesidades que les permitan mantener su estatus hegemónico. Todo lo anterior es un tanto evidente, sin embargo, me interesa resaltar el hecho de que, independientemente de la clase social a la que se pertenezca, hay como una especie de “aura ideológica y cultural” rodeándonos. Lo digo porque al haber tenido la oportunidad de convivir con miembros de distintas clases sociales, me doy cuenta que dicha aura ha configurado todo un cúmulo de percepciones, creencias, actitudes, etc., que a su vez configuran las subjetividades de los individuos, independientemente de la clase social a la que pertenezcan.
Claro, muchos son los que han tomado consciencia, y acaso comprenden el por qué nuestro país se encuentra en las condiciones en las que se encuentra, y de ahí, por ejemplo, el que haya regresado al poder un partido que precisamente es el principal causante del “aura ideológica y cultural” de la que hablaba líneas arriba. Por algo, por ejemplo, un personaje tan nocivo como Laura Bozzo, tiene más influencia en ciertos sectores de la población, que un personaje como Carmen Aristegui. De ahí también el que acaso muchas mujeres creen que un personaje como Jenni Rivera representa ciertos valores feministas dignos de considerarse. Finalmente, lo triste es que personajes como este último, y muchos más han existido en las distintas generaciones, e incluso son los causantes de percepciones y opiniones, de que los individuos olviden la verdadera situación que les rodea y atiendan a todo lo que la ideología televisiva dominante les quiere hacer creer.
Para concluir, me intriga enormemente una cuestión: ¿por qué digerimos una ideología y un discurso tan insípido y superficial, sólo porque es lo único que hay? Quizá la respuesta estriba en que llevamos décadas alimentándonos de una idiosincrasia creada para que las cosas sigan estando como siempre han estado, ¿por qué nos agrada ser sometidos, adoctrinados y gobernados de esa manera? A veces de nada sirve preguntarnos por qué somos así, cuando más bien, el hecho de que precisamente hemos sido así, y continuamos siéndolo y digiriendo nuestras creencias, pensamientos y percepciones, por donde lo hemos hecho, no es más que la conjugación de un plan. Y conste que ya ni siquiera sirve ser pesimistas, quejosos o “revolucionarios” jejeje, creo que sobre la marcha hay que contemplar el “arrancarse de las entrañas” todo lo insípido y superficial que hay en nosotros, producto de esa idiosincrasia que a veces, creemos, nos distingue positivamente frente a cualquier ciudadano del mundo.
PD Lo dejo aquí porque si no la “masturbación mental” se convertirá en “chorrillo mental” jejeje.
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