Mas… turbaciones mentales.
Por Gilberto Castrejón
Hace casi dos décadas, en plena crisis política y económica, un maestro y mentor me preguntaba: “¿si las cosas se ponen más cabronas, le entrarías a los madrazos, tomarías las armas?” Debo decir que sólo atiné a responderle: “si la causa me convence, si es digna de tomar las armas, seguro que lo haría.”
En México, existe una diferencia notable entre la gente “consciente” y la gente que lleva a la práctica la indignación y/o la protesta. Los primeros suelen hablar y hablar de la situación política, económica, social…, suelen discutir acaloradamente y hasta muchas veces logran “concientizar” a otros; los segundos también hablan, pero también actúan y salen a las calles, además de que, en su mayoría, pertenecen a una clase social más golpeada, pero no por ello: menos consciente. Cuántos de nosotros no conocemos a gente del primer tipo, con “buena educación”, que incluso es capaz de ir a marchas, pero incapaz de abandonar su gueto en una zona acomodada de la ciudad o en alguna colonia poco conflictiva para internarse en “lugares marginados”; claro, eso no quiere decir que muchos de ellos no tomarían las armas si las cosas se ponen más difíciles de lo que están, aunque… Asimismo, cuántos de nosotros no conocemos a “gente del pueblo” que a base de fortaleza se ha concientizado y no se deja explotar fácilmente, aunque los hay muchos que resultan ser indiferentes ante las cosas, ¿será porque “han sido adoctrinados por la religión, la televisión y el fútbol”?, a pesar de todo no me atrevo a responder afirmativamente.
No se me malinterprete, no es lo mismo caracterizar que criticar, aunque ambas acciones no son excluyentes jejeje; tener consciencia social y política no es propio de una clase social privilegiada o marginal, lo que quizá sí es propio es la manera de manifestar su inconformidad. Lo digo porque muchos de los que pertenecen a la clase “consciente y pudiente” acostumbran recurrir a las redes sociales para “pagar” su cuota de inconformidad, a la vez de que se autonombran humanitarios, progresistas y cultivadores de la “higiene mental”. Pero surge la misma cuestión: ¿tomarían las armas, las calles? Asimismo, la gente del pueblo, que vive su día a día de manera encarnizada, difícilmente podría llamársele no consciente, tan consciente están de la realidad que a veces toman las calles, o incluso reaccionan con indiferencia, emulando la indiferencia de las demás clases pues muchas veces la lucha resulta no fructífera, ¿tienen la culpa de no haber accedido a ciertos privilegios y medios, y por tanto: están condenados a ser los mismos marginados de siempre? Una vez, un miembro de la clase “pudiente y consciente” se expresó frente a mí despectivamente con estas palabras: “se comportan como los de Neza”, y yo, criado en Neza, sólo hube de reírme, no de ofenderme, ¿qué puedes hacer ante la ignorancia? Ésta se encuentra en todas partes, como cuando un amigo escritor contaba la anécdota de que en una reunión en Las Lomas, una de sus amigas lo presentó como novelista con la esposa de un banquero, y ¿qué le dijo ésta?, “a mí no me gusta ver las novelas, prefiero otros programas.”
Ser consciente y hacer algo no es lo mismo que ser consciente y tomar las calles; ser consciente y postear y discutir no es lo mismo que plantarse afuera de la cámara de diputados; como tampoco tomar las calles con violencia o alinearse a grupos subversivos me hace necesariamente más consciente o digno de llevar el título de “yo sí hago algo por mi país”. Podrá resultar indignante lo que digo, puesto que, dejémonos de rodeos: desde hace mucho, las revoluciones parece que ya no se hacen primero por la fuerza y después por las conciencias, ya que se ha demostrado que esa emancipación de conciencias y la toma de armas parecen convertirse después en algo contraproducente, pues, una vez consumada la revolución, siempre se llega a un punto en que, como diría Foucault, llegamos a preguntarnos: ¿qué es lo que lleva a los hombres a querer ser gobernados?
Y sí, vivimos actualmente en una situación crítica. La situación política, económica, social… pende realmente de un hilo, cada uno de nosotros reacciona a su manera ante ello, lo mejor, como siempre, es reaccionar, no quedar impávidos, aunque a veces, nuestra forma de reaccionar sea cuestionable o poco honesta, aun así, no tenemos derecho a callar.
PD Sólo son palabras, masturbaciones mentales, pero con la intención de dar en el blanco…
0 comentario
Añadir un comentario